Hola abuelo,
Desde el sentimiento de
desesperanza que da el ateísmo y, por lo tanto, no poder dirigirme a ti ahí
“arriba” sino directamente al corazón, hoy te quiero decir que llevo varios
días acordándome de ti de una forma muy especial.
Me gustaría decirte que, pese a
tus miedos fruto de la época dura en la que viviste, he dado el paso y, después
de un tiempo de mucho trabajo como parte del partido, el tuyo, en Ferrol, mis
compañeras y compañeros han confiado en mí y me han otorgado una nueva
responsabilidad. Como recién nombrada secretaria de Igualdade del PSdeG,
afronto una etapa en mi vida marcada por un respeto infinito a este partido y a
todo lo que representan sus siglas. Una etapa en la que quiero aportar todo lo
que tengo; muy poco para algunos y seguro que algo más para otros, entre los
que estoy segura que te encontrarías tú.
Abuelo, como socialista
convencido, quiero decirte también que haré todo lo que esté en mi mano por
recuperar los valores más profundos de nuestro partido y, desde el área que
tengo el honor de estar al frente, luchar contra el ostracismo al que nos está
condenando el Partido Popular a las mujeres, principales víctimas de sus
políticas austericidas y machistas. Tuviste la suerte de vivir en tus últimos
años momentos clave para nosotras, con la aprobación de la Ley de Dependencia,
la Lei Integral contra la Violencia de Género o la Ley de Igualdad, por no
hablar de la Ley del Aborto que ya no viste pero que por fin dio respuesta a
algunas reivindicaciones relativas al derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y
embarazo. Pues bien, en estos años el PP se ha cargado todo; sí, todos los
avances y los derechos adquiridos durante períodos socialistas y la mujer se ha
convertido, sin duda, en la más castigada. Por eso, y porque creo realmente en
nuestros derechos, capacidades y potencialidades, trataré de estar a la altura
y aportar mi granito de arena en el ámbito de la igualdad plena y real entre
hombres y mujeres.
Abuelo, siempre fuiste un
“currante” en la sombra, lo que definimos de forma injusta como un “segundón”,
y por eso estos días se me ha repetido tu imagen una y otra vez. Confesando que
en ocasiones he pensado que nuestras vidas transcurrían en ciertos aspectos de
forma paralela, hoy te quiero dar las gracias por enseñarme a ser como soy, a
tener estos valores, a saber trabajar desde la segunda fila y a afrontar
serenamente las victorias y las derrotas. Espero que hoy especialmente estés
orgulloso de mí. Yo lo estado siempre de ti. Orgullosa y tremendamente agradecida.
Artículo publicado en Diario de Ferrol en octubre de 2013
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